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DÁMASO ALONSO
(Madrid, 1898 – 1990)
Gozo del tacto
Estoy vivo y toco.
Toco, toco, toco.
Y no, no estoy loco.
Hombre, toca, toca
lo que te provoca:
seno, pluma, roca,
pues mañana es cierto
que ya estarás muerto,
tieso, hinchado, yerto.
Toca, toca, toca,
¡qué alegría loca!
Toca. Toca. Toca

El tacto, 1618
Madrid, Museo del Prado

El tacto como los demás cuadros que forman parte de la serie Los Cinco sentidos fue fruto de la colaboración de Rubens, que realizó las figuras alegóricas de los sentidos, y Brueghel el Viejo que plasmó de forma minuciosa y brillante el escenario en el que se desarrolla cada tema.
La escena de gran riqueza visual muestra en primer plano a Venus que sentada en una silla abraza y besa a un amorcillo. Alrededor de las dos figuras aparecen una gran cantidad de objetos: cajas, un jarrón de cristal con flores, un cuenco lleno de uvas, billetes esparcidos por el suelo, y colgados en la pared varios cuadros con escenas apocalípticas. La parte derecha de la composición se encuentra repleta de piezas de armaduras que forman un revoltijo y se amontonan en el suelo. El yelmo de la armadura que sobresale, fue realizado en 1504 para Felipe el Hermoso y pertenecía a la armería de los duques de Bruselas. Delante y cómo si hubieran salido del amasijo de piezas, varios escorpiones se arrastran lentamente. El fondo es una fragua en la que varios herreros se afanan trabajando, que se ha querido relacionar con la fragua de Vulcano. El cuadro además de mostrar el sentido del tacto por las caricias y besos, muestra otras sensaciones que se trasmiten a través de la piel, como el dolor representado por la picadura de los escorpiones, y la presión y temperatura por la dureza y el frio que se siente tras el contacto con las armaduras.
Este tipo de obras conocidas como Gabinetes de Pinturas, tan de moda entre la burguesía y la nobleza de los Países Bajos, alcanzó su mejor momento durante la regencia de los Archiduques Isabel y Alberto, grandes mecenas y coleccionistas de arte.
PRIMER MAESTRO DE SILOS
La incredulidad de Santo Tomás
Escultura, siglo XI
Burgo, Claustro del Monasterio de Silos

La incredulidad de Santo Tomás se encuentra en el claustro de la abadía benedictina de Santo Domingo de Silos, obra maestra del románico español. Esté tiene dos plantas, siendo la inferior, levantada entre la segunda mitad del siglo XI y primera del XII, atribuida a dos maestros diferentes, la más antigua y valorada.
El relieve situado en la doble cara de la pilastra del ángulo noreste, hace pareja con Los discípulos de Emaús, y fue esculpido por el Primer Maestro de Silos. La escena está basada en el episodio del Evangelio de San Juan, que narra la incredulidad del santo ante la resurrección de Cristo, ya que cuando éste se apareció a sus discípulos Tomás no estaba presente, y esto dijo al saberlo: «Si no viere en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré». El artista escenifica el momento en que Jesús se le aparece y le dice al apóstol: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino un hombre de fe»
La obra dirigida a una población analfabeta a la que se quería enseñar los evangelios, representa el famoso pasaje que narra la duda del apóstol Tomás ante la resurrección de Cristo. Dividida en tres filas, muestra a los doce apóstoles dirigiendo la mirada hacia Cristo que con el brazo derecho levantado para facilita la tarea a Tomás sobresale sobre los demás, mientras el incrédulo apóstol comprueba al meter su dedo en la llaga, que está ante Cristo resucitado.
En la escultura se encuentran las características típicas del arte románico del siglo XI: hieratismo ya que los personajes carecen de expresión y no se relacionan entre sí, ausencia de volumen, y una falta de perspectiva disponiendo las figuras en varios niveles de altura, superpuestas, adaptadas al marco que las rodea.
ANDREA DEL VERROCCHIO
Cristo y Santo Tomás
Escultura en bronce, 1467-1483
Florencia, Orsanmichele

Andrea del Verrocchio (Florencia, 1435-Vencia, 1488) fue el artista más reconocido del Quattrocento florentino, ya que además de orfebre y pintor llevo la escultura de su época al máximo esplendor.
Cristo y Santo Tomás, grupo broncíneo que representa la incredulidad del santo ante la resurrección de Cristo, es una obra maestra de la escultura de todos los tiempos. El conjunto, un encargo del Tribunal de la Mercadería, se encuentra ubicado en la fachada de Orsanmichele en una hornacina de mármol que había sido realizada por Donatello. Una de las grandes aportaciones de esta obra es su planteamiento innovador, ya que Verrocchio ha esculpido las figuras como esculturas exentas, de bulto redondo, sin estar unidas al nicho que las sustenta; incluso santo Tomás sobresale fuera del marco arquitectónico.
La escena muestra el instante en que Tomás va a introducir sus dedos en la llaga del costado de Cristo, mientras que este, con rostro sereno, abre la túnica para mostrarla y eleva su brazo para bendecir al apóstol. Hay que destacar la perfección con que están esculpidos los cabellos de los personajes, así como los pliegues de sus mantos que dan movilidad a la obra.
Palpar, (detalle)
Cerámica, siglo XVIII
Sevilla, Palacio de la Condesa de Lebrija

Parpal forma parte de una cerámica dieciochesca que representa los sentidos: Ber, oír y parpal; prescinde del sentido del gusto y del olfato. El panel bordeado de una guirnalda de hojas de acanto muestra para simbolizar la vista, el oído y el tacto los mismos personajes en diferentes escenarios.
La obra se encuentra en el zócalo del vestíbulo del Palacio-Museo de la Condesa de Lebrija, en Sevilla. Fue realizada por un autor desconocido a finales del siglo XVIII, en azulejos planos policromados en colores azules y amarillos sobre un fondo blanco.
Esta iconografía se ha encontrado en otras cerámicas de la época formando parte de zócalos y solerías de otros monumentos, como el Claustro bajo del Monasterio de la Encarnación de Osuna, y el Convento de San José del Carmen en Sanlúcar la Mayor de Sevilla.
OCTAVIO PAZ
(Ciudad de México, 1914 – 1998)
Palpar
Mis manos
abren las cortinas de tu ser
te visten con otra desnudez
descubren los cuerpos de tu cuerpo
Mis manos
inventan otro cuerpo a tu cuerpo.
ANTONIO CANOVA
Amor y Psique( 1786-1793
París, Musée du Louvre

Antonio Canova (Posagno, 1757- Venecia, 1822) reconocido como el principal escultor del estilo Neoclásico, combinó en sus obras el ideal de belleza clásica de la antigüedad con la sensualidad, la emoción, y el movimiento de la tradición barroca en la que se había formado. No creó escuela, pero influyó en la escultura de toda una generación, y se mantuvo como un referente durante el siglo XX.
Amor y Psique, una de las esculturas más hermosas de Canova, escenifica de forma magistral el mito de Eros y Psique mostrando una imagen idealizada y humana del amor.
La leyenda narrada por Apuleyo aparece en Las metamorfosis, novela latina del siglo II adaptada del original griego. La obra escrita con gran maestría y amenidad contiene una sucesión de divertidas historias, algunas de claro contenido sexual, por lo que está considerada como una novela del género picaresco.
En ella se relata cómo Psique, la menor y más hermosa de las tres hijas del rey de Anatolia desata los celos de Afrodita, diosa del amor. Está envía a su hijo Eros, para que con sus flechas haga que la muchacha se enamore del hombre más feo y ruin de la tierra, pero al verla es el dios quien se enamora de ella, la sumerge en un profundo sueño y la lleva a vivir a su palacio.
Psique, es incapaz de controlar su curiosidad, lo que le acarrea graves consecuencias. Una noche quema en la cara con cera a su enamorado; el accidente es un descuido ya que está contemplando con una vela la cara del dios, que solo la visita en la oscuridad pues ha impuesto la condición de no verle. Al descubrir su treta, enojado, Eros, la abandona; ella, queda desolada pues ha perdido al más hermoso de todos los dioses. Desesperada ruega a Afrodita que le ayude a recuperar su amor, pero está, rencorosa, la ordena a cambio realizar algunas terribles pruebas con la esperanza de que en ellas pierda la vida.
Así, tiene que ir al Hades y pedir a Perséfone, la reina del inframundo, el secreto de la belleza que guardara en un pequeño cántaro y no debe abrir. Sorprendentemente, Psique realiza con éxito su misión, pero no puede, una vez más, controlar su curiosidad. Destapa la vasija que la deja inmersa en un sopor mortal, del que solo logra despertar tras las caricias de Eros que, aún enamorado de ella, ha obtenido de su padre Zeus hacerla inmortal para poder vivir juntos en el Olimpo.
Amor y Psique, un conjunto escultórico formado por dos figuras de cuerpo entero, en posición yacente la femenina y semi arrodillada la masculina, muestra un planteamiento compositivo complejo. Los dos cuerpos trazan un aspa mientras que en el centro se define un círculo formado por los brazos de ambos, que remarca un momento de máxima tensión: el instante que precede al beso que hará despertar a Psique del sueño eterno.
La obra de gran pureza de líneas, es un compendio de equilibrio, armonía, simplicidad y ligereza. El extraordinario pulido sutil y refinado (Canova utilizaba piedra volcánica, sometía las esculturas a baños de cal y ácido, y finalmente las enceraba para obtener un aspecto aterciopelado) consigue tal impresión de suavidad, delicadeza, y carnalidad que, a pesar de estar tallada en el frio mármol, nos transmite al contemplarla la sensación del contacto, el tacto y las caricias que tienen lugar a través de la piel de los amantes.
LAWRENCE ALMA- TADEMA
El Beso, 1891
Colección privada

Alma-Tadema ( Dronrijp 1836 -Wiesbaden 1912 ) considerado como el pintor más famoso del periodo victoriano, desarrolló un estilo propio, con obras que muestran escenas históricas de la época griega y romana, con delicadas y sensuales mujeres que representan el ideal de belleza clásica.
El beso se desarrolla en una escalinata de mármol abierta al mar. Es un lugar destinado al baño, que parece corresponder a un balneario, donde las mujeres entran al agua, nadan, secan su cuerpo y se arreglan el pelo.
En primer plano se ve a una niña que acaba de bañarse, mientras su cuidadora la contempla con un gesto melancólico, llevando la túnica con la que la ha secado. La niña es recibida por su madre, una mujer hermosa y elegante que la besa, a la vez que acaricia su cara, con un gesto tan delicado y tierno que hasta se puede sentir el tacto suave de su piel. El cuadro, con un fondo de un azul deslumbrante es un prodigio de color, luz, transparencia y textura.
AUGUSTE RODIN
El beso, 1888-1898
París, Musée Rodin

Auguste Rodin (París, 1840-Meudon, Francia, 1917) considerado el primer representante de la escultura moderna, revolucionó la forma de esculpir al dotar a sus obras, a través del modelado y la textura, de una extraordinaria fuerza psicológica, influyendo en numerosos escultores vanguardistas del siglo XX.
El beso es un conjunto escultórico que se ha convertido en un símbolo universal de la pasión amorosa. La obra bella y sensual eleva la representación del amor misterioso e intangible, al arte.
Como otras muchas obras del autor, procede del diseño de su gran proyecto inacabado Las puertas del infierno. La historia, contada por Dante en un memorable pasaje del infierno de la Divina Comedia, está inspirada en el idilio de Paolo Malatesta, el Bello, y Francesca de Rímini, que murieron asesinados a mano de Gianciotto, hermano de Paolo y esposo de Francesca.
La escultura realizada en un mármol extraordinariamente pulido y brillante, permite que la luz realce la belleza anatómica de los cuerpos de una mujer y un hombre, que desnudos y entrelazados se abrazan y besan apasionadamente. Así, a la vez que los amantes se besan, ella le abraza con pasión, y la figura musculosa del hombre sujeta con delicadeza a la mujer y acaricia con la mano suavemente su piel. Aunque las dos figuras entrelazadas reposan sobre una parte del bloque de mármol que apenas ha sido trabajado, es una obra dinámica, con grandes contrastes de luz y sombra, cuya composición varía según el ángulo del que es contemplada, lo que ocurre con la postura de los cuerpos, el gesto de los brazos entrelazados, e incluso el beso que tiene lugar en ese instante.
GRISELDA ALVAREZ PONCE DE LEÓN
(Guadalajara, Ciudad de México, 1913- 2009)
Piel
Tu piel madura, festiva al tacto,
como llovida en plenitud te envuelve
si a veces en follaje se resuelve,
con la aridez en otras hace pacto.
Camino de la seda tu contacto
en bengalas de sol se desenvuelve
porque magnética, termal devuelve
las corrientes oscuras de lo abstracto.
Protectora absorbente, sensitiva,
permeable también, dura en tus manos,
pedernal del amor, iniciativa.
Si el pigmento divide a los hermanos
tu y yo sabemos que la piel, cautiva
y somos por la piel aún más humanos.
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Magnífica está sección Olga. Cómo siempre , me ha cautivado tu «saber mirar» la obra desde el punto de vista de tu profesión unida al arte.
Gracias por compartir tu gran conocimiento de estas obras. Las entregas del tacto son verdaderamente magníficas.
Enhorabuena por tu gran trabajo….»grande»