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VANITAS
Un tema recurrente en las manifestaciones artísticas de los pintores renacentistas, y barrocos fue el concepto de vanitas, es decir, lo efímero de la belleza, la fugacidad de los placeres de la vida, el paso inexorable del tiempo y la imposibilidad de escapar al destino de la muerte.
Para representar este concepto que evoca la caducidad de las cosas los artistas recurrieron a naturalezas muertas y objetos utilizando como símbolos calaveras, relojes de arenas, libros, instrumentos musicales, etc. Así mismo, también mostraban el envejecimiento en el ser humano, y en particular, sin estar claros los motivos, el de la mujer a la representaban decrepita, calva, con la piel oscurecida, flácida y surcada de arrugas y, además, como la alegoría de algún pecado capital.
DONATELLO
María Magdalena penitente, hacia 1453-1455
Florencia, Museo dell´Opera del Duomo
Donatello (Florencia, 1386-1466) considerado como uno de los máximos representantes de la escultura en el Renacimiento italiano, fue un artista completo ya que esculpió, talló y grabó utilizando para ello una gran variedad de materiales: mármol, metal, madera, terracota.
Así mismo fue el creador de un estilo propio, innovador, y magistral que se adelantó a su tiempo e influyó enormemente en los artistas de las siguientes generaciones, al conciliar el clasicismo con un dramatismo que, a finales de su vida, estaba cercano al expresionismo e incluso al feísmo. Entre sus obras maestras se encuentran: San Juan Evangelista en la Opera del Duomo, y el David en bronce, para el Bargello de Florencia.
María Magdalena penitente es una talla en madera policromada inspirada en La leyenda dorada que narra cómo María Magdalena en los últimos años de su vida para redimir sus pecados se convirtió en una ermitaña.
El personaje vestido de harapos, con su lacia y pobre cabellera, es una mujer envejecida y decrépita. Su extremada delgadez hace que su rostro, de ojos hundidos, pómulos prominentes y boca desdentada, sea la imagen de la desolación. La escultura, profundamente trágica y espectral, cumple con las ideas de vanitas al mostrar lo efímero de la belleza y la fugacidad de los placeres de la vida, adelantándose a su época por su marcada expresividad y realismo.
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GIORGIONE
Retrato de vieja, 1506
Venecia, Galleria dell´ Academia
Giorgione (Venecia, 1477- 1510) fue un pintor italiano, representante destacado de la escuela veneciana. Innovador con respecto a la pintura del Quattrocento veneciano, sentó las bases para el desarrollo del arte moderno al introducir el paisaje como parte fundamental de la pintura. Él pinta paisajes con figuras en vez de figuras con paisajes; éste es el caso de su famoso cuadro La tempestad, considerado el primer paisaje de la historia de la pintura.
El enigma ha rodeado su vida, pues hay una gran escasez de noticias sobre ella, ya que murió con sólo 33 años a causa de la peste que asoló Venecia en 1510, siendo Tiziano, su joven ayudante, quien terminó algunos de sus cuadros.
Retrato de vieja destaca entre los que pintó por su excepcional realismo y lleva a reflexionar sobre los estragos que hace el paso del tiempo en el ser humano.
Realizado en una rica gama de colores ocres, presenta a una vieja desdentada y decrépita con todos los síntomas de la vejez: pelo escaso y blanquecino, piel oscurecida, así como profundas arrugas que surcan su frente, mejillas y cuello.
La mujer, señalándose, sostiene en sus manos un pequeño cartel con la inscripción Con el tiempo, que ha dado lugar a la hipótesis de que era la misma modelo que aparece en La tempestad a través del paso de los años. También se ha valorado que fuera el retrato de su madre, ya que en el marco se conservan restos del blasón de los Vendramin y en el inventario de los bienes de Gabriel Vendramin en 1569 se cita a esta pintura como el Retrato de la madre de Zorzon, nombre con el que también era conocido Giorgione.
Ampliar imagenALBERTO DURERO
Avaricia, 1507
Viena, Kunsthistorisches Museum
Avaricia representa a una vieja grotesca y desdentada sujetando con las dos manos un saco repleto de monedas de oro. La imagen está considerada como una alegoría del pecado de la avaricia, afán desordenado de adquirir y atesorar riquezas.
Es un retrato de medio cuerpo, pintado sobre un fondo oscuro, donde la mujer muestra sin recato toda su decrepitud. Tiene el pelo largo, canoso y ralo, la frente surcada de arrugas, pequeños ojos vidriosos, nariz alargada, y una boca que se abre en un extraño rictus dejando asomar dos dientes, que constituyen toda su dentadura. Se viste con una túnica roja, que deja al descubierto un pecho grande y flácido, y un musculoso brazo de cuya axila sale una mata de pelo negro, como si de una joven mujer hirsuta se tratara.
El cuadro, realizado en 1507, durante el segundo viaje a Italia de Durero, es un retrato doble, que muestra en el anverso a un hombre joven y en el reverso a la vieja. Se ha especulado mucho sobre los motivos que llevaron al artista a realizar la doble tabla, no obstante, por encima de todas las demás consideraciones, la obra, resalta de forma magistral, los estragos que el paso del tiempo provoca en el ser humano.
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BERNARDO STROZZI
Vanitas , 1630
Moscú, Museo Pushkin
Bernardo Strozzi (Génova, 1581- Venecia, 1644) importante pintor genovés del Barroco italiano, fue conocido en vida por el apodado de “el capuchino” o “el fraile genovés”.
Discípulo de Cesare Corte y Pietro Sorri, cuando tenía diecisiete dejo su formación para ingresar en la orden de los capuchinos de san Bernabé de Génova. En 1610 abandonó el convento, tras un permiso temporal para cuidar a su madre enferma. Después de la muerte de ésta, en 1630, sufrió una orden de arresto y cárcel por no querer volver al convento. Para evitar ser confinado huyó a Venecia, donde permaneció hasta su muerte.
Durante sus años en Génova, se convirtió en un artista reconocido pintando tanto retratos como escenas de género, mitológicas y religiosas. Sus primeras obras, sobre todo las religiosas, tienen claramente una influencia de Caravaggio, para pasar durante su etapa veneciana a una pintura más colorista y sensual, con influencias de Rubens y Veronés, creando un estilo propio en el que sintetizó las dos tendencias.
En 1640 pintó Retrato de Claudio Monteverdi, plasmando la imagen más conocida del famoso compositor y cantante italiano. Nunca le faltó trabajo en Venecia, y a partir de entonces, además de las pinturas y frescos que realizó para muchas iglesias y basílicas venecianas, retrató a las personalidades más importantes de la ciudad.
Vanitas escenifica la toilette matutina de una vieja decadente, ayudada por dos jocosas sirvientas.
La modelo, sentada ante un tocador, observa atentamente con sus ojillos vivaces, la imagen que el espejo la devuelve, y que una sirvienta sujeta, mientras otra retoca el complicado peinado.
Su rostro, de facciones ajadas y demacradas, tiene los pómulos coloreados en un vano intento de disimular la edad. Su pelo, canoso y pobre, se peina en un moño, adornado con postizos y hermosos rodetes de telas para enmascarar su escasez. Su elegante vestido blanco tiene un escote profundo que deja al descubierto su ajado pecho, pudiendo valorarse con claridad el pezón que escapa de su ropaje.
La mujer, ricamente enjoyada, lleva unas flores en sus manos con las que completara su acicalamiento. Sobre el tocador descansan joyas, frascos de perfumes, y un ramo que resaltan la belleza de las novias, las flores de azahar, que Strozzi coloca para hacer más ostensible la locura de la mujer, que se niega a aceptar el envejecimiento irreversible, e inevitable de su cuerpo.
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GOYA
Las viejas o El tiempo, 1810/12
Moscú, Museo Pushkin
Las viejas muestra a dos mujeres ancianas contemplando la imagen reflejada en un espejo, sin darse cuenta que, tras ellas, sustituyendo a la muerte con su guadaña, se ha situado el dios Cronos, el Padre Tiempo, con una escoba, para barrerlas de la vida.
Las dos viejas, una vestida de blanco y la otra de negro, van ricamente engalanadas y enjoyadas. La mujer del traje blanco tiene unas facciones de ojos enrojecidos y legañosos, carente de pómulos, y con una nariz tan prominente que tapa su casi inexistente boca. El pelo teñido de rubio paja, va recogido en un moño, y adornado con una cinta y un pasador en forma de flecha. Su vestido blanco transparente, de escote generoso, cuajado de pequeños lazos azules en las hombreras y en las mangas, deja entrever un cuerpo enjuto, un esqueleto recubierto por una piel fina, atrófica y acartonada.
Y, mientras la anciana sostiene entre sus manos un pequeño retrato de su juventud perdida, levanta la vista para contemplar el espejo que su compañera de rasgos simiescos coloca ante ella, en el que se refleja su imagen patética y los brutales estragos que el paso del tiempo ha ido dejado. Aunque es seguro que ambas seguirán ataviándose como jovencitas hasta su muerte.
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DIEGO HURTADO DE MENDOZA
(Madrid,1503-1575)
A una vieja que se tenía por hermosa
Tenéis señora Aldonza, tres treinta años;
tres cabellos, no más, y un solo diente;
los pechos de cigarra propiamente,
en que hay telas de arañas y de araños,
En vuestras sayas, tocas y otros paños
no hay tanta arruga como en vuestra frente;
la boca es desgarrada y tan valiente
que dos puertos de mar no son tamaños.
En cantar parecéis mosquito o rana;
la zanca es de boñiga o de finado;
la cresta es de lechuza a la mañana.
Oléis como a pescado remojado;
de cabra es vuestra espalda tan galana,
como de pato flaco bien pelado.
Vieja yendo al mercado , siglo I d.C
Nueva York, Metropolitan Museum of Art
Vieja yendo al mercado representa a una mujer, envejecida y cansada, que acude al mercado con su cesta de frutas y verduras.
Durante el Periodo Helenístico los centros más creativos se encontraban fuera de Grecia, en ciudades como Pérgamo, Alejandría y Rodas. Los artistas, influidos por los países orientales, desarrollaron nuevos estilos como los temas de género. La escultura, realizada en el año 14 d. C., es un notable ejemplo de este estilo, al mostrar, a la vez, un hecho de la vida cotidiana y una magistral representación de la vejez, ya que la anciana, además de enseñar su rostro senil, descubre, a través de la túnica rota, un escote huesudo y un pecho flácido y ajado.
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GABRIEL BOCÁNGEL Y UNZUETA
(Madrid, 1603 – 1658)
A una dama que se quejaba del tiempo pasado
Tu hermosura malograda
de qué se queja no sé;
la más alabada fue,
y es hoy la más acabada.
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