Una noche en el cine

 

Era un sábado del mes de diciembre. Llegaron alrededor de las diez, y, aunque la sesión empezaba a las diez y media, ya estaba formada la cola. Siempre ocurría lo mismo, las entradas no estaban numeradas, la gente se ponía nerviosa y la fila acababa atravesando el bar y llegando hasta la calle. Esa noche no fue una excepción.

Resultaba extraño, tanta gente esperando para ver una película tan rara: Sunchaser. ¿Acaso, todos los que esperaban sabían de que iba esa peli?. Ella no lo sabía pero tenía sus buenos motivos para haberla escogido.

Realizada en 1996, Sunchaser, cuya traducción al español sería “El que persigue el sol” es la última película hasta le fecha de Michael Cimino. Y con toda probabilidad esta seguirá siendo la última.

La puerta del cielo. Película de Michael Cimino de 1980Una semana antes había visto ¡Por fin! después de tantos años de espera, La puerta del Cielo. Rodada en 1980, es una película maldita, pero maldita, maldita, y ella, estaba claro, era una morbosa por tener ese cuelgue. Tuvo la suerte de que la pusieran un domingo, y se pasó toda la tarde en el cine ya que duraba casi cuatro horas. Exactamente 3 horas y 40 minutos; corta si se tiene en cuenta que la versión original montada por el director es de 5 horas y 25 minutos..

La película fue un desastre económico y llevó a la bancarrota a la productora, United Artists, acabando con el llamado Nuevo Hollywood, movimiento integrado por un grupo de grandes directores que durante los años setenta crearon una serie de míticos títulos de autor (El padrino, Apocalipsis Now, Taxi Driver, El cazador, del mismo Cimino, etc. ). A partir de este episodio los productores cogieron de nuevo el control del poder, relegando a los directores, a los que durante años habían permitido todos los caprichos.

La puerta del cielo es un Wéstern, una película del Oeste por estar ambientada en esa parte del territorio de los Estados Unidos durante el siglo XIX, pero es un wéstern atípico. Expone los esfuerzos de los emigrantes europeos para adaptarse a su nueva tierra. No trata de hechos tan repetidos en este género como los ataques de los indios, o de ciudades sin ley gobernadas por malhechores, sino que se inspira en sucesos menos conocidos: los conflictos surgidos entre los campesinos, colonos y terratenientes durante la primera oleada de inmigrantes del este de Europa, en el Wyoming de finales del siglo. En concreto la guerra sucia que surge entre una poderosa asociación americana de ganaderos y los hombres recién llegado a esas tierras. Es un western de luchas de clases.

La película le sorprendió. Maravillosamente fotografiada, hermosa y llena de fuerza, muestra sentimientos como el amor, la amistad, la traición, la codicia, etc. reflejando, a partes iguales, las grandezas y las miserias del ser humano. Hay escenas excesivamente largas, sí, pero no tuvo la sensación de que la narración perdiera fluidez por ello.

Michael Cimino, director de cine estadounidense (1939-2016).

Michael Cimino, director de cine, guionista y productor estadounidense (1939-2016).

Esa noche al llegar a su casa, con la sorpresa y el recuerdo aún intacto de la belleza de muchas de las escenas, tuvo la curiosidad de saber algo más de Michael Cimino. Lo último que había visto de él era Manhattan Sur, que, a pesar de la violencia de mucha de sus escenas le había gustado.

Entró en internet, directamente en imágenes, pues quería ver su aspecto. En las fotos aparecía un hombre moreno, de facciones algo toscas, en las que sobresalía una gran nariz. En todas era joven, de estatura más bien baja, con tendencia a la obesidad. ¿Dónde estaban las fotos que mostraban su imagen actual? No había ninguna. Calculó que tendría más de setenta años.

Lo que llamaba la atención era que mezcladas con sus fotos aparecía de forma repetida otra imagen. ¿Quién era? Era una mujer. Parecía una japonesa, y siempre, siempre, llevaba puestas unas enormes gafas de sol que, aunque le cubrían parte de la cara, no podían evitar mostrar una nariz afinada, pómulos resaltados y labios tratados con silicona.

¿Pero quién era esa persona? – volvió a preguntarse.

Una de las imágenes ponía textualmente: “El director Michael Cimino durante el Festival de Cine de Roma en 2008”.

¡Alabado sea Dios! Era Cimino que se había transformado en ese ser. Sus motivos tendría, no iba a entrar en ellos. Le pareció un despropósito, pues algunas de las escenas de sus películas eran de una violencia extrema, absolutamente alejadas del cine de cualquier realizadora, si exceptuamos, hasta donde ella sabía, a Liliana Cavani. Un cuerpo de mujer con una mente de hombre, se dijo a sí misma.

Buscó su última película. Era Sunchaser. ¡Que bien! porque para finalizar el ciclo que del director había programado el cine Doré, la proyectaban la próxima semana. Y allí estaba ahora, pasando frío, con su acompañante, que no puso ninguna objeción cuando ella decidió ir a una película de la que ni siquiera recordaba su nombre. Para entretener la espera y también para justificarse hizo algunos comentario sobre la carrera del director. Él, que por lo que había podido valorar era un auténtico erudito, sabía poco de cine. Ni siquiera recordada la película que le dio la fama: El cazador.

La cola de entrada empezó a avanzar tan deprisa que al poco tiempo ya estaban dentro de una gran sala con la mitad de su aforo aún vacío. Se sentaron a la derecha, alrededor de la fila diez, en las dos primeras butacas del pasillo central. Excepto ellos, nadie más se había sentado en esa fila. Una suerte, pensó, así podría colocar el bolso y el abrigo en la butaca de al lado.

De pronto, por el pasillo lateral, apareció un hombre. Rápidamente se metió en la misma fila y no se le ocurrió otra cosa que sentarse en la butaca que estaba junto a ella.

¡Vaya por Dios! ¡Vaya rabia!. Tuvo que colocar el bolso en el suelo, y el abrigo, que pesaba lo suyo, encima de ella. Comenzaba la película.

[…]

 

 
Una noche en el cine. Portada de este relato de Olga Marqués

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Una noche en el cine. Un relato de Olga Marqués Serrano. Cine Dore

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