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Al noreste de Moscú se extienden una serie de ciudades conocidas como El Anillo de Oro, que, con sus kremlin, monasterios, iglesias y catedrales ortodoxas, atesoran un importantísimo patrimonio de la historia y de la cultura rusa. Lo componen ocho ciudades: Vladimir, Súzdal, Kostromá, Ivánovo, Yaroslavl, Rostov, Pereslavl-Zalesski, y Sergiev Posad.
Tanto Vladimir, como el pequeño pueblo de Bogoljubovo y Suzdal, forman parte del conjunto de “Monumentos Blancos” que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Vladimir, a 190 km de Moscú, es reconocida por sus dos catedrales del siglo XII: San Dimitri, con una impresionante fachada labrada en piedra, y La Asunción, decorada por dos grandes maestros de la iconografía rusa: Andrei Rublev y Daniil Chiorny.
A tan solo unos 10 km se encuentra Bogoliúbovo con la Iglesia de la Natividad de la Virgen y sus dos monasterios masculino y femenino. Desde allí, por un camino de tierra, se llega a la Iglesia de La Intercesión de la Santísima Virgen en el rio Nerl, que también forma parte de los Monumentos Blancos.
Súzdal, con tan solo 11.000 habitantes, está considerada una obra maestra de la arquitectura medieval rusa. En ella sobresalen el Kremlin, la Catedral de la Natividad, y el Monasterio del Salvador. Sus galerías comerciales del siglo XVI, iglesias, casas y molinos de madera, hacen de ella una autentica Ciudad –Museo.
La siguiente parada es en Kostromá, a 344 km de Moscú. Situada en la confluencia de los ríos Volga y Kostromá, posee un gran número de monumentos del siglo XVIII, pero la llegada de la revolución puso fin a su bienestar y riqueza al estar su historia muy ligada a la dinastía de los Romanov.
Yaroslavl es la mayor de estas ciudades. Se fundó en 1010 y su centro histórico también es Patrimonio de la Humanidad. En las iglesias de San Nicolás y la del Profeta Elías, con su inconfundible estilo en ladrillos rojos y brillantes azulejos, se localizan algunos de los frescos más hermosos del Anillo de Oro.
También Rostov, asentada sobre las orillas del Lago Negro, destaca por el grandioso Kremlin en cuya plaza central se halla la Catedral de la Asunción que tiene las campanas más grandes y famosas de Rusia. Otra de las ciudades históricas de este circuito es Pereslavl-Zalesski con su Catedral de la Transfiguración.
Sergiev Posad, a tan solo 65 kilómetros de Moscú, es hoy un lugar santo de peregrinación. Su conjunto arquitectónico formado por el Monasterio de la Trinidad y San Sergio, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por ser un ejemplo excepcional de monasterio ortodoxo. En la Catedral de la Asunción, está enterrado Boris Godunov y en ella también se puede ver el famoso icono de Andrei Rublev, “La Trinidad”.
A quien no sea adicto a los monasterios y a las iglesias ortodoxas, se aconseja abstenerse de realizar el circuito del Anillo de Oro. En este caso se puede hacer desde Moscú una visita de un día a Sergiev Posad. Al viajero que le guste esta cultura, es altamente recomendable realizarlo.
Ver tanta belleza sin dosificar, tan diferente de lo que te es familiar, sin un respiro, ni un momento de relajación, es un más a más, un subidón continuo de adrenalina, donde la cabeza no tiene capacidad para asimilar todo lo que ves, y, aunque se corre el riesgo, según avanza el viaje, de no poder situar los frescos que tanto te han impresionado, ni a las iglesias de cúpulas doradas, azules, verdes, y las demás, habrá después un tiempo más tranquilo, para recordarlo.
Si volviera a hacer este precioso viaje (que no volveré) sin duda haría una parada relajada y tranquila en la maravillosa Suzdal.
Sí, pero no dejaría de ver la Iglesia del Profeta Elías en Yaroslavl, y, desde luego, volvería al Kremlin de Rostov. Uf vaya cuelgue de viaje.
Galería de Fotos ‘Desde Rusia con amor: El anillo de oro’
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