Karahan Tepe es un yacimiento arqueológico paleolítico situado en el sudeste de Turquía, en la provincia de Sanliurfa, a tan solo 30 km de Göbekli Tepe (cuya visita comenté en otra entrada). En la actualidad es objeto de un gran interés en el mundo de la arqueología por los importantes hallazgos que se han encontrando en el complejo.
Descubierto en 1997, no ha sido hasta el año 2019 cuando, a través del Ministerio de Cultura turco y de la Universidad de Estambul, comenzaron los trabajos de excavación. Hace solo unos meses el equipo del profesor Karul Necmi alcanzó el nivel de los templos y desenterró más de 300 objetos, entre estelas, pilares y esculturas realizadas en piedra caliza.
Karahan Tepe, aunque de menor tamaño, no tiene nada que envidiar a Göbekli Tepe, con el que rivaliza. En sus piedras hay dataciones en torno al 9.400 a. C., por lo que tendría casi 12.000 años de antigüedad.
Se creé que fue un santuario que –de forma intencionada– fue abandonado y enterrado, y donde se han hallado un gran numero de estatuas antropomorfas decapitadas y con la nariz cortada.
En el centro del complejo se encuentra una gran sala circular de 23 metros de diámetro que estaba sostenida por dos grandes pilares en forma de “T”, y se comunicaba con dos piscinas talladas en la roca que recogían el agua de lluvia a través de canalizaciones. Para el profesor Necmi, los fieles descendían a una de estas piscinas decorada con estelas y presidida por una extraña cabeza masculina de labios abultados –iluminada por el sol cada solsticio de invierno–, para darse un baño en un rito de iniciación y purificación.
Como en otros yacimientos, las primeras representaciones encontradas son figuras de animales, para pasar más tarde –al asentarse el hombre en los poblados y dedicarse a la agricultura– a ser antropomorfas.